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Japón, país de contrastes

  • 6.10.06
  • 6:30 a.m.

    Eran las 6:30, íbamos en el metro a la estación de Tsukiji, el mercado de pescado de Japón. Excepto dos personas, el vagón entero dormía. La jornada laboral comienza muy pronto y hay que aprovechar el tiempo del viaje para descansar. En el mercado de pescado, la jornada ya estaba terminando.



    6:30 a.m.



















    Senso-Ji

    Este templo, dedicado a la diosa budista de la misericordia, es uno de los más conocidos de Tokio. Está situado en Asakusa, un popular barrio con intenso sabor a Kabuki (una modalidad de teatro-danza japonesa). Muy cerca de este jardín, que forma parte del complejo del templo, hay un enorme incensario a cuyo humo se atribuyen propiedades curativas. Un flujo constante de fieles se acerca con devoción al enorme caldero. Rezan y recogen con sus manos el humo para sumergir en él sus cuerpos.


















    Uno de los tópicos más recurrentes sobre Japón, el de ser un país de contrastes, es cierto. En la ciudad de Tokio abundan imágenes que parecen estar fuera de contexto, como templos milenarios frente a rascacielos futuristas o geishas con kimono viajando en trenes bala. La propia vida en Japón gira en torno a una síntesis entre tradición y modernidad, que hace compatibles por ejemplo, unas jornadas laborales extenuantes (se considera normal trabajar 12 y 13 horas) con la parsimonia de la ceremonia del té.

    Algo que resulta sorprendente es la educación de los japoneses. No se trata de simples formas sino de un auténtico refinamiento y un profundo respeto por el prójimo. La discreción, el silencio o la pulcritud son norma elemental en este país.

    Los japoneses respetan y tratan con una enorme generosidad a los extranjeros (gaijins). Si se les pregunta por una dirección, en vez de indicar, te acompañan al lugar o al menos se aseguran de que lo encontrarás. Aunque nuestros alfabetos son muy diferentes, buscan la forma de entender y hacerse entender, a costa por supuesto de perder mucho tiempo. Esto es algo que nos ha ayudado mucho en nuestro viaje y nos ha permitido conocer lugares donde únicamente se utiliza el alfabeto canji.

    Desde luego, es difícil llegar a comprender una cultura tan lejana a la occidental en una simple visita. Nos quedan ganas de volver, de disfrutar del placer de su estética, de la cultura del agua, de su deliciosa gastronomía, de la organización milimétrica y de su plácida seguridad, pero también de experimentar el Japón rural, ajeno a las metrópolis, de conocer mejor cómo es un día real en la vida de uno de sus habitantes, de captar la evolución que están provocando las generaciones más jóvenes y de entender cómo se conjuga una cultura fuertemente marcada por un equilibrio casi perfecto con unas manifestaciones artísticas que en ocasiones pueden resultar perturbadoras.
























    Recinto del templo Kiyomizu-Dera, en Kyoto, amanecer en el monte Fuji (a 3.800 metros) y ejemplo de arquitectura de Nara.


    Texto y fotos: Noemí Iglesias Rodríguez (mimair21@hotmail.com)
    Sección: Otras culturas

    3 comentarios:

    Anónimo dixo...

    Qué bonitos textos y fotos, Noemí. Sólo una observación donde dices 'se aseguran que lo encontrarás', lo correcto sería decir 'de que'. Por cierto, yo también soy de los que se aseguran de que la persona que me pregunta llegue al sitio demandado. Hasta la próxima. Manuel.

    job - José Manuel Ortigueira Bobillo dixo...

    Gracias.

    Anónimo dixo...

    Tus comentarios se aproximan mucho a la realidad de Japon. Te esperamos en vuestro proximo viaje Felicidades


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